viernes, 31 de octubre de 2008

De Lote 32 a Domicilio Conocido

La salida:

5:30 AM, para no agarrar tráfico, si como no. La odisea comienza sin cigarros, y por "su culpa" ya no agarro la ruta correcta. Después de retomar el camino y llegar a carretera, los Rolling Stones y su Ruby Tuesday calman los ánimos; muy buenos recuerdos. Trailers, casetas, camionetas de redilas, barrancos y un montón de curvas son musicalizadas por varios artistas. Llegando a Iguala unas palmeras se hacen presentes sobre el camellón, y el reproductor se pone ad hoc con los Stray Cats y The Tornadoes, los cuales hacen la escena perfecta; sin olvidar por supuesto la ventana abajo y el humo del cigarrillo saliendo por ésta.

Uno de los lugares que, pienso, jamás olvidaré será Xalostoc; ese tope donde una vaca selló el destino de un "vochito" y por poco el de mi madre y el mío. Ahuehuepan es otro lugar marcado desde mi infancia, representaba la mitad de camino, cada que íbamos a la cuadrilla comíamos ahí. Pero en esta ocasión fue Teloloapan el que sirvió para degustar un emparedado de salchicha (sin albur).

El sueño y el tedio de ver las mismas placas por más de media hora parecían mal presagio, pero gracias a una Botellita de Jerez, llegamos sanos y salvos.

El regreso:

7:15 AM, para que el sol no pegue de frente, si como no. No hubo mejor música que AC/DC para ese camino de terracería. Rock duro para un camino igual de pesado. Tlapehuala queda atrás y, desgraciadamente, no puedo ver a un amigo. Las baladas de Aerosmith me ponen melancólico, pero tenemos que seguir.

Nunca he entendido el por qué los regresos siempre se me han hecho "menos pesados", "más leves", menos tediosos; salvo un maldito trailero que me pisaba los talones, la llegada a casa se fue entre albums de Metallica.

Pero llego esa rola justo antes de Cuernavaca, donde creí que sonarían los Tacvbos, ONE (por supuesto la mejor versión, la del video). Escuchar los lamentos de Jhonny, mientras el doctor da su diagnóstico, a la par del crudo sonido de una ametralladora; simplemente no tienen madre. Si a eso le sumamos un posible plan frustrado y 140 KM/H el momento fue genial.

Tras una parada de 4 horas y muchas visitas al sanitario, gracias a lo efectivos de mis riñones y 3 litros de agua, me doy cuenta que todo ese tiempo el estéreo del auto estuvo prendido. Perfecto, el auto arranca, pero el Punk, no estaría invitado a este viaje, el disco tributo a los Ramones, brincaba; y justo cuando Ataque 77 se hacía presente, una maldita leyenda se apodera del estéreo: PROTECT, no más música en ese auto.

El tráfico de Tlalpan y Viaducto se hace presente, mi única compañía unas gordas (galletas) de la cuadrilla. Llego a mi hogar, odiando mi torpeza, a los traileros y que no haya una cerveza en el refrigerador.

domingo, 19 de octubre de 2008

PUNTUALIDAD

1. f.Cuidado y diligencia en llegar a un lugar o partir de él a la hora convenida.*

Mi madre se sigue preguntando de dónde obtuve ese amor o dedicación por la puntualidad. Para mí, es natural que ella me lo inculcó, siempre tratando de llegar a tiempo a cualquier cita, llámese escuela, fiesta y hasta a misa. Calculando tiempos y repasando rutas, todo con el fin de arribar a algún lugar a la hora acordada.

Siempre fue algo obvio en mi mente, que si te citan a cierta hora, se tiene que llegar a esa hora. Tal vez podrías llegar antes, aunque estrictamente eso también es impuntualidad, y no habría ningún problema, al fin y al cabo siempre es mejor llegar antes que después. Nunca he logrado saber cómo es que llegó al colectivo mexicano es de que no hay problema con llegar 5 minutos tarde, o 10 minutos tarde, o inclusive 15. ¿Para qué citarse a una hora si no se respetará, o al menos, se hará todo lo posible por llegar a dicha hora?

Fue hasta la Secundaria cuando tuve problemas con aquello de la puntualidad. Las fiestas de XV años ya eran comunes y el quedarse de ver con los amigos para llegar a la iglesia o salón de fiestas, era de lo más común. Desgraciadamente, igual de común se volvió la frase: "Perdón, se me hizo un poco tarde." Esta bien, lo admito, 5 minutos no resultaban un grave problema, ¿Pero media hora? ¡¡¡¿¿¿Una hora???!!!

Lo peor es cuando una impuntualidad genera otras, una maldita consecuencia que es casi 100 % segura que pase. En el punto A, alguien llega 20 minutos tarde; lo cual provoca que el llegar al punto B, genere una impuntualidad aún mayor a la primera y así hasta, inclusive, ya no llegar a algún destino. Para estos casos ya trato de prever la impuntualidad. Pero que frustrante es, como miembro del género masculino, cuando consideras que las señoritas serán las impuntuales y resulta que tu amigo, es el único que no está listo a tiempo.

La verdad es que pienso que yo tengo la culpa de dar tanta tolerancia. Pero esa es una actitud que tengo, lo cual me lleva a la siguiente pregunta: ¿Por qué demonios espero tanto a la gente, no sería mejor dejarla y ya? A ver si así "aprenden."

La solución, sigo pensando, es el no esperar. Pero ahí viene la incertidumbre: ¿Qué tal que esa persona fue víctima de la impuntualidad de alguien más? Porque también existe la posibilidad de quedar como un hijo de puta, cuando no esperas a alguien. ¿Cómo es posible que sea más recriminado el no esperar a alguien, que la misma impuntualidad?

Sigo tratando de descubrir cuál es la mejor manera de combatir la impuntualidad, y la única conclusión a la que he llegado es que: Hasta el final de mis días, seguiré en esa búsqueda.

Maldita seas impuntualidad. Maldita característica mexicana. Ojalá sea cierto lo que dicen de los ingleses.

*FUENTE: Diccionario de la Lengua Española, en línea, http://buscon.rae.es/drael/