martes, 22 de junio de 2010

Herencias

Usualmente al escuchar esa palabra se piensa en bienes materiales, pero existen herencias conductuales que se quedan grabadas en la psique.

Las personas a nuestro alrededor son las que más nos heredan, aunque algunas situaciones también nos dejan marcados de por vida. Claramente nuestros padres son aquellos que dan formación a nuestras conductas y traumas actuales.

Las herencias que nos dejan los amigos suelen ser las más apreciadas u odiadas. El no poder arrojar una colilla de cigarrillo al piso, puede llegar a ser sumamente molesto en una ciudad que carece de botes de basura, pero ya no puede ser cambiado, lo que en algún momento resultaba natural ahora es importante ¿por qué? Porque esa conducta fue heredada, se tomó prestada de una amistad. Ahora, cada vez que no se encuentre donde tirar una colilla se recordará con odio y una sonrisa a esa persona que lo heredó.

El anterior ejemplo demuestra una conducta que en teoría todos los fumadores deberíamos realizar, pero no todas las herencias son tan positivas. Se inicia pidiendo una fumada, después le sigue el “yo te lo prendo”, para finalizar comprando una cajetilla propia. El cigarrillo se ha quedado, a pesar que aquella persona se encuentre en otro hemisferio. Se puede haber sido educado para ser todo un caballero o toda una dama, pero ciertas circunstancias pueden romper con ello. Reclamos por dichas actitudes, abusos por parte del otro género o inclusive el acceso a un nivel educativo mayor.

Estas herencias que adoptamos, en algún momento podían ser impensables en nuestra conducta. Gustos musicales, vicios, odios, aficiones y traumas nos han sido heredados nos guste o no, se han tatuado en nuestra mente, en nuestra vida diaria y por ello se odiará o amará por siempre a esa persona que nos la heredó.

ILUSTRACIÓN: ROSKA IZQUIERDA