miércoles, 20 de abril de 2011

La otra mejilla

No pude evitar asistir, había rechazado demasiadas invitaciones, y a pesar de que sabía que aquello terminaría mal, tomé un taxi. Le pedí que me llevara al barrio chino. El conductor, joven, sostenía con la mano izquierda una bolsa de papas fritas y el volante; la derecha se alternaba para cambiar las velocidades y tomar las blandas hojuelas a raíz de la excesiva salsa para llevarlas a su boca, no tuve miedo.
A pesar de que a menudo visitaba el barrio chino, desconocía el nombre de las calles, única referencia que tenía conmigo, así que al bajar del taxi caminé una calle al oriente y otra al sur. Me encontré en una calle totalmente obscura, únicamente iluminada por el par de semáforos que se encontraban en cada una de las esquinas, tuve que atravesarla, no sin sentir un miedo irracional, esperando que de alguna sombra saltara alguien que quisiera degollarme.
Afortunadamente arribé a mi destino, una cantina donde ella y sus compañeros de trabajo ya se encontraban tomando cerveza desde hacía un par de horas. Me saludó y presentó atentamente, yo la saludé indiferente y saludé a sus amigos de igual forma. Ella, deslumbrante como siempre. En ese momento me pregunté el por qué me había negado a verla tantas veces, por qué me había privado de observar su exquisito cuerpo que además se hacía acompañar de una mente que, aunque incongruente la mayor parte del tiempo, me era sumamente cautivadora. Sus colegas, interpretaban perfectamente el cliché de burócratas, mal encarados y con un bronceado de oficina. Para mi fortuna se mantuvieron al margen mientras yo me ponía al día con ella.
La burbuja en la que me encontraba no duró toda la noche y se rompió cuando uno de ellos me abordó diciendo: ¿Y tú a qué te dedicas, qué diablos haces para vivir? Sin contener la molestia que me invadió le respondí de mala gana que impartía clases. No quedó satisfecho y la siguiente pregunta que atestó fue: ¿Maestro de qué eres? No soy ningún maestro, soy profesor de Historia, maestro es aquel que termina una Maestría, dije en un tono bastante seco. La expresión en su rostro cambió, ahora estaba completamente seguro de que se encontraba en medio de una batalla y se dispuso a atacar. Entonces, como profesor de Historia serás capaz de aclararme algunas dudas que tengo ¿cierto? Dijo mientras cerraba su ataque con una sonrisa burlona esperando con ansia mi respuesta. Seguramente podré contestar algunas, mas no soy una Enciclopedia, contesté en mi burdo intento por bajar la intensidad del encuentro.
Porfirio Díaz, Alejandro Magno, Carlos Salinas de Gortari, el movimiento estudiantil de 1968 y Adolfo Hitler fueron algunos de los temas que discutimos. Sobra decir que me encontraba sumamente incómodo, invadido de una rabia extrema, pero tenía que mantenerme tranquilo, lo único que deseaba era que el interrogatorio terminara y poder hablar de nuevo con ella, que se mantenía como una espectadora, a la espera de que alguno saliera victorioso.
Su amigo y yo nos mostrábamos cansados, supongo que por eso decidió hacer la pregunta que decidiría el encuentro: ¿qué me dices de Jesucristo, en verdad era el hijo de Dios? Tuve que cerrar los ojos por varios segundos, respiré hondo, exhalé el aire que inundó mis pulmones y dije: No sé si fue el hijo de un dios, lo único que puedo decir es que fue una persona admirable, con unos principios dignos de seguir. ¿Y tú los sigues? Fueron las palabras que salieron de su boca, palabras que me ponían contra la pared. Lamentablemente no, ¿y tú? Ese fue mí contra ataque. No pudo evitarlo, echó su cuerpo hacía atrás, recargó sus hombros en el respaldo, una enorme sonrisa se apoderó de su rostro y contestó que sí. Mejor oportunidad no pude encontrar, así que troné mis dedos, voltee a verla y mis labios, sin dejar escapar sonido alguno, dijeron lo siento. Me dirigí de nuevo a mi adversario y apunté: Espero que pongas la otra mejilla, al tiempo que mi puño derecho se estrellaba contra su soberbio rostro.
"Todo lo que hago por ti"
Roska Izquierda

viernes, 1 de abril de 2011

Bandidos de destinos

Ellos se hacían llamar poetas, profetas de fantasías para los amantes. Un grupo de chicos carentes de vergüenza y juicio. Yo prefiero llamarlos bandidos de destinos.

Ricardo, Brenda y Joel solían reunirse en diversos bodegones, pero su preferido era el “Padre Eterno”, aquel que se encontraba entre callejones, de esos que abundan al oriente de la ciudad. Un lugar bastante concurrido, hasta que la ira, el odio y la intolerancia lo convirtieron en cenizas.

Durante sus reuniones se la pasaban derramando poesía, intercambiando risas, realizando planes, pero sobretodo suspirando por ese amor que no podían encontrar.

Su unión se pudo concretar gracias al pizarrón de avisos que el “Padre Eterno” tenía junto al único y oscuro retrete del lugar. Joel había colocado un anuncio donde invitaba a formar un grupo de discusión de poesía, los interesados debían de asistir cada viernes en punto de las 21 horas. Sobra decir que los únicos interesados al respecto fueron Brenda y su hermano Ricardo.

El siguiente viernes decidieron salir de sus respectivas alcobas y dirigirse al encuentro de aquel que había puesto el anuncio. Su encuentro se realizó sin mayor relevancia, frío, carente de camaradería, a la defensiva la mayor parte del tiempo. Tuvieron que pasar 3 meses reuniéndose cada viernes para que el hielo se rompiera totalmente y los tres se comportaran con libertad absoluta.

Joel era el más intenso, sus poemas lo reflejaban perfectamente. “Todas las campanas van a repicar” es un poema sobre un asalto masivo a joyerías, con el fin de fundir todo lo que se encontrara dentro, inclusive los empleados. Ricardo era más mesurado, su tema predilecto era el renacer, supongo que siempre deseó eliminar toda la oscuridad que sentía sobre él. Finalmente Brenda, siempre hablando bajito. Nunca olvidaré aquella frase que utilizó en uno de sus poemas: “Yo quisiera saber dónde se va a esconder esa enorme alegría.”, siempre fue excelente para crear frases destinadas a no olvidarse.

Yo, como gerente de su taberna favorita, al principio no sabía lo que hacían, me preguntaba: ¿Serán de algún grupo subversivo que busca derrocar al gobierno o qué será lo que platican con tanto entusiasmo? Admito que siempre he sido un prejuicioso, era parte de mi naturaleza, esa naturaleza que no tiene certeza ni nunca tendrá. A lo largo de ese año de visitas continuas, observé a esos niños desafiar a todo aquel que los cuestionara. En todos los sentidos eran un trío de mozalbetes. Llegaron a parar en seco a quienes se atrevían a cantar junto a ellos, y en una ocasión un viejo ebrio los amenazó de muerte. Joel le respondió: Como usted lo quiera, mañana será otro día y aquí nos volveremos a encontrar. Usted que inventó la tristeza, con esa lágrima en su rostro le advierto que pronto los destinos se irán a encontrar y cuando llegue ese momento, a pesar de usted y su estupidez, mañana ha de ser otro día.

Ese día llegó, el viejo ebrio incendió el lugar. Tan sólo 5 personas pudimos escapar del lugar y la venganza se consumó, aquel trío de poetas terminaron hechos cenizas igual que sus poemas.


"Bandidos de destinos"
Roska Izquierda

Las palabras y frases en negritas corresponden a un de un par de canciones interpretadas por Chico Buarque ("A pesar de Usted" y "O que será"). El ejercicio consistió en escuchar las canciones y apuntar las palabras y frases recordadas. Con ellas se debía realizar un texto, este fue el resultado.