viernes, 20 de marzo de 2009

¿Sociedad global?

Gracias a la globalización los mercados y economías del mundo se han unido. La dependencia entre ellas es claramente visible gracias a las crisis económicas. Entre ellas podemos citar la mexicana y la rusa, causando los efectos denominados Tequila y Vodka, respectivamente. Es claro que la relación económica existe entre las naciones, no es descabellado hablar de una economía global o mundial. ¿Podemos decir lo mismo de la sociedad?


Uno de los más grandes avances lo tenemos en el viejo continente, con la Unión Europea. Diversas naciones se han unido en un bloque y los habitantes de dichas naciones pueden transitar libremente dentro de la comunidad, pero aún no es visible un sentimiento de pertenencia a dicha comunidad por parte de sus habitantes. Las autoridades de la comunidad europea no han logrado o no han querido desarrollar un nacionalismo que permita a sus ciudadanos identificarse dentro de esa comunidad. Los alemanes, españoles, rumanos, ingleses o portugueses se siguen asumiendo como tales y no como miembros de una sola entidad que es la Unión Europea.


Si la economía ha podido romper las barreras del idioma y distancia, qué es lo que hace falta para que el ser humano se asuma como habitante del mundo y no de un Estado en específico. ¿Qué necesitamos para que un croata, mexicano, japonés o egipcio se asuma como miembro del planeta tierra, como los terrestres que somos?


Arthur C. Clarke en su obra: El fin de la infancia, nos da una pista. Y es que al parecer, ni con la destrucción del planeta por medio de la contaminación, nos asumimos como habitantes de este planeta. Necesitamos que llegue Karellen con cientos de naves que sobrevuelen las principales ciudades del mundo para que ante la presencia de seres extraterrestres, finalmente nos asumamos como lo que somos.


Mucho antes que el autor inglés, Spinoza nos habla de cómo nos reconocemos a nosotros mismos gracias a el Otro, somos y nos asumimos como tales gracias que no somos lo que es la otra persona. Un ruso sabe que su identidad es rusa gracias a que existe un griego que no es como él. ¿Es que necesitamos de ese ser extraterrestre para saber que somos terrestres? ¿No actuaremos, con un verdadero sentido de responsabilidad hacia nuestro mundo, hasta que llegue ese Otro?


Muchos ámbitos de nuestra vida se han globalizado, pero parece ser que el ser humano no lo ve así. Es claro que el fin de los gobernantes de las naciones no es ese. El enemigo sigue siendo el israelí, el palestino, el ruso, “el yanki”, el guerrillero, el terrorista, el musulmán, el inmigrante. Parece ser que hasta que ese Otro venga del espacio, no podremos hablar de verdaderas Naciones Unidas.

miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Todo, nada o solo la puntita?

Tres posibilidades, al respecto de desear algo.

  1. Todo
  2. Nada
  3. Solo un poco
A veces quieres devorar ese platillo que te encanta, otras solo deseas probar un poco y también existen ocasiones en que no se te antoja para nada.

Entre los seres humanos ocurre algo parecido:

  1. Deseas con todo tu ser estar con esa persona, compartir hasta el más insignificante detalle a su lado.
  2. Odias a esa persona y lo que menos quieres es volver a saber de su existencia.
  3. Solo te quieres chingar a esa persona porque su cuerpo te enloquece o por el contrario lo único que te atrae es su mente.
Claro el gran detalle es que ambas personas se encuentren en el mismo canal porque si no es así, ya se jodió el asunto entero.

¿Cómo le explicas a esa persona que te hirió tanto que preferirías nunca más dirigirle la palabra? /¿Cómo le haces entender que sin su presencia existe un vació inmenso?

¿Cómo demostrar que lo único que quieres es pasar un rato de placer? / ¿Cómo decir, sin lastimar, que no encuentras atractiva a esa persona?

En estás dos últimas interrogantes surge un dilema bastante serio. ¿Qué ocurre cuando una persona accede, pero no a todo, solo a un poco? Se crea esperanza.

Esperanza de que acceda a la proposición, esperanza de un regreso, esperanza de probar ese manjar, esperanza de comprar ese videojuego, esperanza de escuchar a esa banda, esperanza de que toquen esa canción, esperanza de consumar esa insinuación, esperanza de terminar lo iniciado, esperanza de lograr ese viaje, esperanza de su llegada.

¿Quien es más cruel quién anula cualquier esperanza o quién la crea?

¿Quién es más estúpido quien la otorga o quien la compra?

"Nunca se da tanto como cuando se da esperanzas"
Anatole France

viernes, 13 de marzo de 2009

El alcohol y yo

Primaria: El papá llegaba de menos flameado si no es que bien servido. La de ley una de Bacardí Blanco, cuando me iba bien traía Sperry. Para mi escasa década de vida, o menos, la verdad prefería algo dulce y un trago era imperdonable antes de ir a dormir. Mi encuentro con el Rompope y Sidra pues tuvo lugar en navidad, lo más que recuerdo es ver una tía cayéndose de ebria gracias al rompope, jaja.


Secundaria: Gracias a la tradición de los XV años, llegaron el Tequila y el Vino. Eran de ley un par de tragos y obvio no faltaron los primeros cuates haciendo desfiguros por tomarse mucho más de unos cuantos vasos con el alcohol en turno. Las fiestas empezaban y nunca me puse ebrio en esta etapa de mi vida, pero era genial ver las primeras transformaciones de la banda.

La Cerveza, merece su propio párrafo, llegó después de una ardua jornada laboral. Un tío, un primo y yo nos pusimos a reparar el barandal de una escalera. Obviamente yo estaba aprendiendo más de lo que podía aportar. La hora de la comida llegó y las quesadillas de sesos y un tercia de Coronas se hicieron presentes. Afortunadamente, la distancia entre la mesa y el fregadero era corta porque así como entró chela, fue expulsada inmediatamente. ¡¡¡Esta madre sabe a meados!!!!

Preparatoria: Ahhhh la primera peda, el asco a la cerveza ya había culminado y nuevamente Corona se hizo presente, ahora en formato caguama. El Pulque llegó para quedarse. Y como muchos otros, el alcohol en esta etapa solo tenía una finalidad: La Embriaguez. Y entre más rápido mejor. El Mezcal en formato panal llegó para destruir muchas neuronas. Dos desencuentros tuvieron lugar, con el Whisky y el Vino Tinto, con los cuales tendría un reencuentro años más tarde.

Universidad: Como nuevo integrante a un círculo social, no quería ser catalogado de manera negativa, vaya que fallé. Segunda fiesta en la Facultad y gracias al Vodka ya estaba tirado en el pasto mirando el cielo, siendo cargado hacía el Metro, con una sudadera que no era la mía y siendo despertado con el ya clásico: "Ya llegamos joven." Afortunadamente no fui el único y también tuve la oportunidad de probar Mezcal del bueno, de Oaxaca y hasta del malo con Chocomilk que, la neta, rifa. Las borracheras fueron menos continuas que en la etapa anterior, pero seguían frecuentemente presentes.

Desempleado/Empleado/Desempleado/Siga el patrón hasta el día de mi muerte: La de campeones llegó y el Whisky, con su exquisito sabor, si instaló en las elecciones habituales. El Ron y Brandy ya eran cosa más frecuente. La cerveza había perdido terreno hasta cierto viaje a Guadalajara y la aparición de Minerva, en conjunto con la recomendación de la ya célebre Carolus. Es así como las llamadas Cervezas Gourmet, se apoderaron de mi presupuesto. ¿Cerveza para ponerse ebrio? Si también se pueden disfrutar lo mismo que una buena botella.

Quiero pensar que un poco por la economía y un poco por la ¿madurez? Las borracheras disminuyeron. Tierras tapatías y nayaritas me dejaron muchas lecciones. El primer día de este año, ha sido mi última cruda. Veremos cuánto dura en llegar la otra. La verdad ya no me quiero encontrar con ella nunca más, pero bien es dicho: Nunca digas nunca.