martes, 23 de marzo de 2010

¿Está chido ser raro?

raro, ra.

(Del lat. rarus).

1. adj. Que se comporta de un modo inhabitual.

2. adj. Extraordinario, poco común o frecuente.

3. adj. Escaso en su clase o especie.

4. adj. Insigne, sobresaliente o excelente en su línea.

5. adj. Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse.

La rareza tiene mucho que ver con la moda, la estadística. Entre menos elementos se encuentren serán más raros, ya lo dice la definición número 5, hasta llegar a singularizarse.

En los seres humanos, la rareza puede llegar a considerarse como excelente o por el contrario satanizarse.

Hace poco más de un siglo, ser africano en Estados Unidos de América era raro y las consecuencias, por tener un color de piel diferente a la mayoría, eran severas. Algunas décadas atrás, ser un hippie era un acto de rebeldía y la represión caía sobre ellos de manera puntual. Actualmente, en algunos lugares, ser homosexual implica una lucha diaria contra la segregación.

Ser de los pocos, o único, en contar con estudios universitarios, dentro de una comunidad, llega a ser altamente reconocido. Tener el estereotipo de latino e ir a Rusia, puede llegar a ser muy apreciado. Ser tuerto en tierra de ciegos te convierte en rey.

Existen muchos ejemplos, desde las políglotas, tatuados, perforadas, ateos, capitalistas. En el ámbito que se busque, siempre existirá alguna minoría. Gracias a esa rareza se podrán obtener beneficios o se podrá ser condenado.

La rareza es abrumadora, pero sobretodo, enigmática. Siempre dependerá de alguien más y el entorno en el que se encuentre. La carencia de alguna característica puede sacar lo mejor de una persona, así como lo peor.

La ley de la oferta y la demanda explica perfectamente los casos en los que una rareza se enaltece. El miedo y la estupidez, siguen alentando una de las facetas más terribles de la humanidad.

¿Está chido ser raro? Como en muchos casos, eso depende del cristal con que se mire.


ILUSTRACIÓN: ROSKA IZQUIERDA

sábado, 13 de marzo de 2010

Segundo Aire

35 años, una carrera deportiva en la cual sólo se pronostica el retiro y, sorpresivamente, obtiene el campeonato. Los cronistas dirán: se encuentra en su segundo aire.

Se dice que hay un momento para todo, para las fiestas, para aprender, para enseñar. Durante la adolescencia y juventud se nos permite equivocarnos, nos encontramos en una etapa de aprendizaje. Un joven varón con el cabello largo no es mal visto, un hombre maduro sí, ¿por qué?

Las diferentes etapas de la vida tienen un status quo muy marcado y el que alguien se salga del parámetro establecido sorprende. Un hombre de 70 años estudiando una carrera universitaria, un adolecente recibiendo un doctorado.

En los casos en que una persona realiza actividades que debió hacer cuando era más joven, usualmente se dice que agarró su segundo aire, que tiene la vitalidad de alguien menor o que
pareciera que volvió a tener 20 años. ¿A qué se debe que esperó tanto tiempo para realizarlas?
Muchas razones pueden existir, pero pareciera que algo detenía a esas personas, bien pudo ser algún impedimento físico, como alguna lesión; ¿es posible que alguien haya impedido que realizara eso que ahora hace?

Las personas a nuestro lado, pueden impulsarnos, pero también anclarnos. En muchos casos es estúpido hablar de segundos aires, de lo que en realidad se trata es de libertad, de decisión para finalmente hacer eso que tanto se deseaba, pero que por alguien no se llegaba a concretar.

Cuando una persona finalmente se decide a quitar esas cadenas, se encuentra más cerca a sí misma, lleva a cabo todas aquellas cosas que reprimía y nos demuestra que su cenit no había llegado, simplemente se encontraba en stand by.

ILUSTRACIÓN: ROSKA IZQUIERDA