Ellos se hacían llamar poetas, profetas de fantasías para los amantes. Un grupo de chicos carentes de vergüenza y juicio. Yo prefiero llamarlos bandidos de destinos.
Ricardo, Brenda y Joel solían reunirse en diversos bodegones, pero su preferido era el “Padre Eterno”, aquel que se encontraba entre callejones, de esos que abundan al oriente de la ciudad. Un lugar bastante concurrido, hasta que la ira, el odio y la intolerancia lo convirtieron en cenizas.
Durante sus reuniones se la pasaban derramando poesía, intercambiando risas, realizando planes, pero sobretodo suspirando por ese amor que no podían encontrar.
Su unión se pudo concretar gracias al pizarrón de avisos que el “Padre Eterno” tenía junto al único y oscuro retrete del lugar. Joel había colocado un anuncio donde invitaba a formar un grupo de discusión de poesía, los interesados debían de asistir cada viernes en punto de las 21 horas. Sobra decir que los únicos interesados al respecto fueron Brenda y su hermano Ricardo.
El siguiente viernes decidieron salir de sus respectivas alcobas y dirigirse al encuentro de aquel que había puesto el anuncio. Su encuentro se realizó sin mayor relevancia, frío, carente de camaradería, a la defensiva la mayor parte del tiempo. Tuvieron que pasar 3 meses reuniéndose cada viernes para que el hielo se rompiera totalmente y los tres se comportaran con libertad absoluta.
Joel era el más intenso, sus poemas lo reflejaban perfectamente. “Todas las campanas van a repicar” es un poema sobre un asalto masivo a joyerías, con el fin de fundir todo lo que se encontrara dentro, inclusive los empleados. Ricardo era más mesurado, su tema predilecto era el renacer, supongo que siempre deseó eliminar toda la oscuridad que sentía sobre él. Finalmente Brenda, siempre hablando bajito. Nunca olvidaré aquella frase que utilizó en uno de sus poemas: “Yo quisiera saber dónde se va a esconder esa enorme alegría.”, siempre fue excelente para crear frases destinadas a no olvidarse.
Yo, como gerente de su taberna favorita, al principio no sabía lo que hacían, me preguntaba: ¿Serán de algún grupo subversivo que busca derrocar al gobierno o qué será lo que platican con tanto entusiasmo? Admito que siempre he sido un prejuicioso, era parte de mi naturaleza, esa naturaleza que no tiene certeza ni nunca tendrá. A lo largo de ese año de visitas continuas, observé a esos niños desafiar a todo aquel que los cuestionara. En todos los sentidos eran un trío de mozalbetes. Llegaron a parar en seco a quienes se atrevían a cantar junto a ellos, y en una ocasión un viejo ebrio los amenazó de muerte. Joel le respondió: Como usted lo quiera, mañana será otro día y aquí nos volveremos a encontrar. Usted que inventó la tristeza, con esa lágrima en su rostro le advierto que pronto los destinos se irán a encontrar y cuando llegue ese momento, a pesar de usted y su estupidez, mañana ha de ser otro día.Ese día llegó, el viejo ebrio incendió el lugar. Tan sólo 5 personas pudimos escapar del lugar y la venganza se consumó, aquel trío de poetas terminaron hechos cenizas igual que sus poemas.
Roska Izquierda
2 comentarios:
Me encanta esa costumbre de confundirnos o fundirnos entre la realidad y la fantasía!!!
Bien, como tu amigo, me quedo callado cuando no tengo nada que opinar, quizá es mas severo que el comentario vago o el cliché, disculpa pero así manejo las cosas, "Bandidos de destinos" me hace pensar en que algo nuevo encontré en tu escritura, rememoré los días en que me prestaba ávido de consumir Goliardos (rayando en el estilo) y disfrutaba cada palabra de un cuento obscuro, fantástico y trascendente.
Sergio
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