sábado, 28 de febrero de 2009

Ignorancia es felicidad

Ya lo dijeron los Ramones y, un poco, antes Anatole France. La ignorancia es felicidad.

¿Es posible que algo que ignoramos nos afecte? La Economía no es mi fuerte, no entiendo muchas cosas y vaya que me afectan los hechos en Estado Unidos de América. Pero a un nivel más básico, más mundano diría un profesor, existen ejemplos que demuestran lo contrario.

felicidad.

(Del lat. felicĭtas, -ātis).

1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.


Para llegar a ella, debemos poseer un bien, puede llamarse trabajo, estabilidad económica, el disco de colección de nuestro artista favorito, o inclusive el cariño o amor de otra persona.

¿Pero qué ocurre cuando esa posesión realmente no se encuentra, y solo creemos poseerla?

Como cuando estamos seguros de haber obtenido ese empleo y resulta que la empresa era fantasma. Ese periodo entre el está contratado y el enterarte de que los empleadores nos han timado, poseíamos ese bien, fuimos felices.

Al recibir tu paga y ver todos esos billetes que ahora posees y piensas en que por fin podrás comprar ese objeto que tanto habías anhelado, se siente una satisfacción tan grande. Tal vez solo equiparable al enojo, frustración y tristeza que puede conllevar el estar enfrente de la caja y que te digan que tus billetes son falsificados.

¿Pero qué pasa cuando ese lapso de felicidad es más largo? Cuando entre el nacimiento de la posesión y la pérdida, de la misma, dura años.

Cuando se pierde la confianza, al enterarse de alguna traición. Cuando el compromiso adquirido es violado.

¿Y si la posesión de ese bien, nunca se pierde? ¿Cuando esa traición nunca llega a nuestros oídos o cuando a quien desepcionamos nunca se entera?

Sigo admirando con cierto desconcierto a quienes prefieren saber toda la verdad, sobre todo lo que les rodea.

"La vida nos enseña que no podemos ser felices sino al precio de cierta ignorancia"
Anatole France

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