Recuerdo ese reclamo entre mi tío y su hermano, tras haberle prestado su auto. "Cabrón, ¿qué te cuesta poner el asiento como estaba?" Horas después mi tío me dice: "Cuando alguien te preste su auto, déjalo exactamente como estaba."
Esos códigos entre automovilistas suelen ser leyes no escritas, como que el copiloto siempre debe estar atento, dejar la misma estación de radio o que el copiloto tiene derecho a poner la música. Como siempre ocurre con este tipo de leyes no escritas, hay discrepancias.
¿Cómo es posible que el copiloto tenga derecho de poner la música que él desee, si el que está manejando soy yo? Si saben manejar y lo han hecho en la Ciudad de México, saben lo estresante que puede ser. ¿En serio me tengo que chutar tus baladas, psycho y pop japonés? Es una regla que no pienso seguir. Cuando te encuentras en medio de un viaje, que implica manejar varias horas, la maldita democracia se hace presente y tienes que ceder a escuchar lo que tu compañero de viaje desee, así se acordó.
Esos códigos no escritos pueden resultar fastidiosos, más cuando la persona a tu lado en verdad cree que te deberían meter a la cárcel por no seguirlos o cuando la indignación es tal que un berrinche de un niño de 5 años se queda corto, ante la actitud del ofendido.
No me importa que a través de los años estas reglas sigan vigentes, si le cambias a la música sin preguntar, te bajas.
Esos códigos entre automovilistas suelen ser leyes no escritas, como que el copiloto siempre debe estar atento, dejar la misma estación de radio o que el copiloto tiene derecho a poner la música. Como siempre ocurre con este tipo de leyes no escritas, hay discrepancias.
¿Cómo es posible que el copiloto tenga derecho de poner la música que él desee, si el que está manejando soy yo? Si saben manejar y lo han hecho en la Ciudad de México, saben lo estresante que puede ser. ¿En serio me tengo que chutar tus baladas, psycho y pop japonés? Es una regla que no pienso seguir. Cuando te encuentras en medio de un viaje, que implica manejar varias horas, la maldita democracia se hace presente y tienes que ceder a escuchar lo que tu compañero de viaje desee, así se acordó.
Esos códigos no escritos pueden resultar fastidiosos, más cuando la persona a tu lado en verdad cree que te deberían meter a la cárcel por no seguirlos o cuando la indignación es tal que un berrinche de un niño de 5 años se queda corto, ante la actitud del ofendido.
No me importa que a través de los años estas reglas sigan vigentes, si le cambias a la música sin preguntar, te bajas.
4 comentarios:
Nombre... luego imagínate escuchar dos horas de psycho en el tráfico,,, la música más monótona del mundo... yo lo viví, y si te dan ganas de matar al "enterado en música electrónica".... lo bueno que no iba manejando yo,,, toda´via algunas baladas relajantes igual te bajan el estrés,,, no se, para gustos... lo que no se vale es eso: que a la hora del cambio te suelten un sermón sobre como su música es sagrada y que tu no tienes ni puta idea de arte (como si el J-Pop fuera bien artístico...no se ofendan otakus: sintetizador y guitarras mezcladas no son malas, pero no son Vivaldi precisamente)... ahí, no importando si estás en el segundo piso del Periférico, le abres al puerta y que se baje,,, aunque vayas a 90...
jaja pop japonés...
pobre zurdo
De acuerdísmo con tu tío y con vos: si te prestan un coche, déjalo como estaba, y si le cambias a la música, te bajas... deberíamos ponere estas dos sentencias en un papelito y pegarlo en el tablero jajaja.
Brenda
Ma´s que un papelito Bren...tatuarlo en el tablero.
Publicar un comentario