Tus palabras me animan,
motivan e impulsan;
cual poderosas como el valium,
sin ese efecto idiotizante.
Te has auto nombrado mi soporte,
el remo de mi balsa,
el motor de mi automóvil,
esa mano que me ayuda a levantarme.
Pareciera que tu única arma
fueran tus palabras,
es lo que la distancia ha permitido,
más mi imaginación pregunta:
¿Si tus palabras han logrado eso,
qué lograría un abrazo diario,
un cálido beso ante nuestro encuentro
y esa mirada acompañada de tu sonrisa?
domingo, 12 de julio de 2009
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