¿Cuántas veces nos hemos encontrado con un obstáculo en nuestro camino? ¿Cuántas veces nos hemos encontrado frente a frente con él? Cuando nuestras metas se ven bloqueadas por algo, tenemos que tomar decisiones y superarlas. Recuerdo un ejercicio de la clase de psicología en el cual en frente de nosotros tenemos un muro y las opciones para superarlo son las siguientes: Romperlo, escalarlo o rodearlo.
¿Pero qué hacer cuando ese obstáculo no es un objeto sino una persona? ¿Romperlo, escalarlo o rodearlo aplica? Compliquemos más el dilema: ¿y si la meta es otra persona?
Desear estar con alguien, cuando el o ella en realidad desea estar con otra persona, es sumamente frustrante. Hay quienes tratan de romper a esa sombra que se encuentra sobre nuestra meta, quienes tratan de aplastarlo, quienes tratan de borrarlo, pero en realidad se encuentra fuera de nuestras manos. Las tácticas para superar ese obstáculo son muy diversas, un psicólogo podrá aportar más herramientas.
¿Y cuando uno mismo es esa sombra? ¿Habremos realizado acciones para no permitir la entrada de alguien nuevo, sin estar realmente con la persona en disputa? Recuerdo mucho la sentencia de un amigo hacia una ex-novia: "Tu ya estuviste con él, nadie más puede acercarte a tí." Cosificar siempre me ha parecido repugnante. ¿Lo estoy haciendo en este texto?
Parece que dejar ir a esa sombra es una tarea imposible, tiene algo tan grande que simplemente no podemos sacarla de nuestras vidas. Romper relaciones de golpe pareciera una buena solución, pero es más difícil que solo decirlo o escribirlo.
Existen los casos en que esa sombra nunca se irá, por el simple hecho de que ya existe algún ser vivo que los une. Algunos dirán que es posible si se lleva una relación sana entre los involucrados. ¿Realmente hay alguien sano sobre este planeta?
Lo único que espero en estos momentos es dejar ir mis sombras, dejar de ser una, y que TU la liberes por completo.
sábado, 11 de julio de 2009
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