jueves, 27 de agosto de 2009

¿Cuánto?

Si algo me caracteriza es ser apostador, ¿por qué? trataré de explicarlo.

Desde niño me gustaban los juegos de mesa, turista, uno y cosas por el estilo, obvio en aquel entonces no les decía a mis amigos o primos ¿cuánto a que gano? Pero ese gusto por el azar siempre ha estado presente en mi.

Apostar es simplemente un placer, o al menos para mí; además de que en ciertos momentos de mi vida se ha convertido en mi modus vivendi. Además de dinero o alguna cosa material lo que más me ha dejado el apostar es satisfacción. El saber que lo lograste, que venciste, que pudiste completar ese objetivo, ya sea completamente por tu habilidad, por el azar o una combinación de ambas, es simplemente delicioso.



Creo que como en un noviazgo, una de las cosas que resulta más estimulante es ese momento justo antes de lograrlo. El cortejo o el preámbulo a la victoria, o derrota, puede ser inolvidable; estar a una carta de lograrlo, a una llamada de ganar esa apuesta, a un minuto de que termine el tiempo y llegue la victoria, simplemente te hierve la sangre.

Motörhead, en su canción Ace of Spades, dice: "Gambling's for fools". Cierto en aquellos que terminan apostando un bien fundamental como su hogar, medio de transporte o inclusive algún ser vivo. Pero para aquellos que no hemos llegado a ese punto, simplemente sería más tonto no hacer eso que te hace sentir vivo.

Me quedo con otra estrofa que suena así: "I don't wanna live forever". No tengo idea el día en que moriré y no pienso detenerme así que: ¿Cuánto?

Motörhead - Ace of Spades




lunes, 10 de agosto de 2009

Herencia Alternativa

La única herencia que tenemos segura, por parte de nuestros padres, es nuestro nombre. Ni la educación o bienes materiales pueden estar asegurados, mas nuestro nombre de pila, sí.

Un conjunto de letras que nos marcarán de por vida, incluso hay quienes dicen que el nombre que nos asignan determina nuestra personalidad, y que claramente será el detonante para nuestras futuras relaciones en sociedad.

Los nombres súmamente comunes tienden a ser molestos, me lo han comentado Alejandros y Luises, ni qué decir de Juan; inclusive puedes preguntar en una fiesta que buscas a Juan y seguramente te dejarán pasar, nombre tan común que es usado hasta para hacerse pasar por algún familiar. Aceptémoslo, estoy seguro que todos tenemos algún familiar llamado Juan.

Pero también existen esos nombres poco comunes, de los primeros que me asombraron fueron aquellos nombres prehispánicos: Quetzalli e Itzcoatl; más cuando tres hermanos tienen nombres de este tipo y aún más cuando 4 hermanos tienen nombres que empiezan con la letra H: Haydn, Hansel, Hazel y Hendel.

Ni qué decir de nombres de países: Brasil, Italia o Argentina. Sin comentarios para los padres de todas las Américas, en nombre de exaltar al equipo de Coapa.

No hace mucho tiempo comencé a encontrarme con padres que para exaltar su admiración a algún artista o deportista, nombraban a sus hijos con sus nombres. Axel (Rose), Jordan, Rodrigo (Rockdrigo González), Syd (Barret) y Siouxie (and the Banshees). La mayoría de estos padres pertenecen a esa generación que creció con el rock como su identidad, melómanos que asistían frecuéntemente a conciertos.

Cada quién es libre de nombrar a su Hijo como desee, pero aceptémoslo, hay nombres que perjudicarán a ese ser en su infancia. Los Niños y Adolescentes pueden ser muy crueles y no dejarán pasar la oportunidad de hacer mofa de su nombre si este no es común.

Si, también está el argumento de que para esto cambie es necesario educar mejor a los Niños y que entre más se hagan común, menos burla incitarán, pero vamos los niños son unos en casa y otros fuera de ella.

Si llego a tener un Hijo no sé si tenga el valor para aceptar ponerle un nombre poco común, soy fiel creyente de que los Niños y Adolescentes son demasiado crueles, ¿Podré vivir con el hecho de que es posible provocarle dolor y hasta un odio hacia mí?

domingo, 2 de agosto de 2009

Dialéctica

Tesis + Antítesis = Síntesis

Simple fórmula que es la base de la comunicación, gracias a ella se puede entablar un diálogo. La persona A dice algo, la persona B responde y se logra una interacción que, al final, produce conclusiones.

¿Pero qué ocurre cuando la antítesis nunca llega? Un monólogo eterno puede producirse, un diálogo esperado que nunca llega, esa respuesta que puede decidirlo todo, jamás se hace presente. Es inútil anhelar esa conversación cuando la otra persona no está dispuesta a otorgarla, sin embargo solemos ser tercos, es tanto el deseo de dicha retroalimentación que nos empeñamos tanto en lograrla que al final los únicos logros son ampliar nuestro vocabulario y cansar nuestra boca o dedos.

Existen dos alternativas para impedir un diálogo, el silencio y la negativa. Dolorosa la primera porque crea incertidumbre, la segunda al menos deja en claro que no se tiene intensión de llegar a la síntesis. Ambas producen malestar pero el silencio a la vez crea esperanza, que es una de las cosas más peligrosas en este mundo.

¿Es tan difícil negarse a entablar un diálogo? Parece que para la idiosincrasia mexicana sí, preferible dar antítesis vagas o callar, antes de marcar una negativa. Simplemente lamentable.